
¡El mar, el mar!
Dentro de mí lo siento.
Ya sólo de pensar
en él, tan mío,
tiene un sabor de sal mi pensamiento.
Pausas (José Gorostiza)
Hay rutas que se quedan grabadas en nuestra mente, pero sobre todo en nuestra alma.
Deambular por playas, mientras tus sentidos se llenan de sonidos, colores y olores marinos. Cuando el sendero se convierte en arena y las Islas Cíes son tus perpetuas compañeras, y en este caminar los cielos grises hacen de techo en un verano demasiado caluroso, son motivos suficientes para considerar esta ruta muy especial.
Estamos en tierras gallegas, más en concreto en Pontevedra. La ruta discurre por parte del camino de Santiago Portugués por la costa. Para aquellos que estéis realizando el camino “buen camino” peregrinos.
Nuestro punto de salida es una pequeña parroquia del concello de Vigo llamada Saiáns. A través de playas y caminos alcanzaremos la bonita villa de Baiona la Real declarada Conjunto de Interés Histórico Artístico.
La mañana se vestía de una fina lluvia cuando mis botas iniciaron el recorrido cuya primera parada fue la playa de Patos.

Agradecida por esa fina lluvia que me hacía saltar como una niña, dado que hacía meses que no disfrutaba de este bello don del cielo, que es la lluvia.
La playa de Patos se encuentra en el concello de Nigrán. Esta playa junto a la playa de as Canas, separada por unas rocas, son dos de los mejores arenales de este concello. Tiene una longitud 1.02 kms. Al sur está protegida por Monteferro, una lengua de monte y roca que se adentra en el mar.
Mientras, en el horizonte emergen hipnotizantes las Islas Cíes que forman parte del Parque Nacional Marítimo Terrestre de las Islas Atlánticas. Todo un placer tenerlas como compañeras de camino.
La playa de Patos, se distingue en Pontevedra por la práctica de deportes náuticos, como el windsurf, por su oleaje. Un paraíso que disfruté bajo un cielo gris, y que fue la causa que me permitió contemplar, en el mes de agosto una playa vacía a excepción de esos aprendices en cabalgar olas.
Mi siguiente pisar arena es la playa de a Madorra. Una pequeña y tranquila playa de 300 mts. en la localidad de Panxón. En el extremo de la playa, sobre un pequeño montículo, se puede apreciar malamente la estructura de un asentamiento castrexo. Vestigios de civilizaciones que jalonan la tierra gallega.
Playa de A Madorra
A pocos metros está el puerto de Panxón, parroquia del concello de Nigrán y cuya playa al abrigo del espigón del puerto y de Monteferro queda protegida de los vientos del norte. Paxón es una localidad con tradición marinera y que sigue conservando a pesar del turismo.

La playa de Paxón esta bordeada por su paseo marítimo y peatonal, donde poder hacer un receso en cualquiera de sus cafeterías o restaurantes mientras contemplas el puerto y sus barcos anclados en la mar. La playa de Panxón tiene una longitud de 1.1 kms.
Continuando por el paseo, la playa se extiende en la lejanía. La playa de Panxón da continuidad a la playa América formando un gran arenal de 2.4 kms. de longitud, que solo la división de desembocadura del río Muíños las diferencia.
Playa América forma parte de mi historia, dado que durante muchos años fue mi destino vacacional.
Lugar de atardeceres espectaculares, de paseos entre sus dunas, mañanas de playa mientras mis pies recibían el beso de ese océano Atlántico o mi cara era acariciada por una suave brisa, son sensaciones que forman parte de mí y que hoy vuelven a mi memoria a través de esta atractiva ruta.
Sensaciones siempre distintas, año tras año.
Mi consejo, descalzaros y recorrer esos 2.4 kms. por su arenal, observar como Paxón al pie de Monteferro, va empequeñeciendo mientras el castillo de Monreal en Baiona la Real, punto final de esta ruta, va dimensionándose en el horizonte.
Al final de la playa, bordeando el monte Lourido, alcanzando el paseo Torrente Ballester que me lleva hasta la Foz do Miñor, el estuario que forma el río en su desembocadura entre los concellos de Gondomar, Baiona y Nigrán. El estuario, configura un paisaje natural de marismas, cuyos atardeceres son inolvidables.
Un paseo artificial une monte Lourido con la playa de A Ladeira en Baiona, lugar donde contemplar este espacio natural en el cual habitan distintas especies de animales y vegetales formando un ecosistema de gran valor.
Un paraje incluido y protegido en la Red Natura 2000 y que será nuestro guía hasta alcanzar Baiona.

Al cruzar la otra orilla, se puede ver el puente románico de Ramallosa que une los términos de Nigrán y Baiona sobre el río Miñor.

Fue construido en el siglo XIII y restaurado en el siglo XX. En la mitad del puente hay un cruceiro que alberga una figura de San Telmo y que según cuenta la leyenda le reconoce el haberlo mandado construir, dado que fue lugar de uno de sus milagros.

Siguiendo mi deambular, bordeo la playa de Ladeira hasta llegar a la playa de Sta. Marta desde donde gozar de una vista del paseo marítimo de Baiona, el puerto y el monte Boi donde está situado el castillo de Monterreal actual Parador Nacional de Turismo.

Para terminar esta ruta, y no faltar con una de mis tradiciones cuando visito esta villa real, es hacer el recorrido por el Monte Boi.

Un agradable paseo lo bordea, mientras contemplas el romper de las olas o las Islas Cíes emergen ante ti. Incluso observar parte de las playas recorridas.
Un bonito final a una ruta que, a pesar de ser fácil, merece la pena emplear tiempo en deleitarse ante tanta belleza.
Después, me pierdo en su casco histórico declarado conjunto de interés histórico-artístico en el año 1993, para terminar degustando manjares de la tierra, en una de sus muchas taperías que jalonan sus calles.
Mucho que ver y saborear.









NOTA: Dado que es lineal la ruta, el coche lo aparcamos en Avda. Ricardo Mella (PO-325) en Saiáns, junto al desvío de la playa de Fortiñón o Saiáns, cerca de la parada de autobús. Para volver hay autobuses que salen de Baiona a Vigo y tiene la parada en ese punto. Empresa de transporte: lugove.gal
ENLANCES DE INTERÉS:
Turismo Rías Baixas, playas
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