Corazón, vete a la sierra
y acompaña tu sentir
con el tranquilo latir
del corazón de la tierra.
Andazas Serranas Enrique de Mesa
Las brumas matinales cubrían las cumbres de la sierra, pintando la mañana de un color blanquecino, pero eso no nos impidió poder realizar esta ruta por uno de los lugares más bellos de la Comunidad de Madrid, el Valle de la Angostura.
Un paraje escondido, por donde discurre el arroyo que da nombre al valle. Desde la cumbre de Peñalara varios arroyos vierten sus aguas al arroyo de la Angostura, y que más delante en su recorrido pasa a llamarse río Lozoya.
Estas aguas están consideradas como unas de las de mayor calidad para el consumo humano. Madrid tiene una de las mejores aguas de España y es la que nos da la Sierra de Guadarrama.
La ruta comienza en el área recreativa de La Isla, a medio camino entre Cotos y Rascafría, lugar donde se ubican varios restaurantes. Para acceder al margen izquierdo del arroyo deberemos cruzar el puente.

Me paro a contemplar como el curso del agua «gorgojea» a mis pies. El río se vuelve impetuoso al caer por la piedra granítica formando bellas cascadas y esculpiendo en ellas su paso.
El arroyo juega con las piedras
El río nos acompañará en la mayor parte de nuestro deambular, haciendo que el sonido del trascurrir de sus aguas sea nuestro compañero de ruta.
Nuestro itinerario discurre por un bosque de robles, cuyas hojas después del otoño han alfombrado el camino, vistiendo de tonos ocres la tierra.
Río arriba las aguas se remansan al ser retenidas por el embalse del Pradillo. Ellas en quietud pasmosa reflejan las primeras cumbres de Cuerda Larga, mientas sauces, rebollos y pinos reflejan su hermosa silueta en el espejo de sus aguas, formando un paisaje idílico.

Ellas, silenciosamente se dejan caer por encima de la presa formando una preciosa cascada que te invita a contemplar y a escuchar su sonido. Aguas que camina a Madrid.

El embalse atrae, y los reflejos del bosque en sus aguas remansadas hipnotizan, pero el camino debe seguir y el bosque de pinos serán nuestros guardianes durante el resto del recorrido.

Ellos, el discurrir del agua y algunos pequeños copos de nieve, nos acompañaran hasta el puente de la Angostura.
El puente construido por Felipe V como paso de su carruaje, en sus viajes desde la Granja de San Idelfonso al Monasterio del Paular. Incrustado en las peñas graníticas y vestido por una maraña de brezos y rosales silvestres, sigue como testigo del tiempo.

Mientras, el arroyo juega entre saltos de agua y pozas cristalinas haciendo que el sendero se convierta un apacible caminar. Todo un disfrute para los sentidos.
El sendero se engulle en el Pinar de los Belgas, donde los esbeltos troncos miran al cielo contemplando los primeros copos de nieve, que van tapizando la tierra.

Sigo maravillada con este paisaje, a pesar de haberlo deambulado en otras ocasiones y en distintas épocas del año. Siempre igual y siempre distinto.
El camino sigue hasta cruzar por el puente de los Hoyones y desde allí alcanzar la pista que nos llevará de vuelta al punto de salida.

El frío iba notándose en la umbría del bosque, pero no me impidió plasmar en fotografía esa bella cascada de agua que el embalse del Pradillo me bridó al regreso, como colofón a un día especial de senderismo.
Por cualquiera de las dos orillas del arroyo de la Angostura, se puede realizar la ruta y disfrutar de tan bello paraje.









DATOS DE LA RUTA
RUTA: Circular
DIFICULTAD: Baja
DISTANCIA: 14 kms. aprox.
Un comentario en “Valle de la Angostura. El agua que bebe Madrid.”