De algún arroyo solitario al pie,
Inmóvil y olvidada, yo quisiera
Ya vivir sin amar ni aborrecer
Yo no he nacido para odiar, sin duda (Rosalía de Castro)
En la vertiente meridional de la Sierra de Guadarrama, al noroeste de la Comunidad de Madrid y en el linde con Ávila, existe una pequeña y bella ruta que nos llevará a descubrir bosques, cascadas y miradores donde apasionarnos con la naturaleza.
Entre las poblaciones de Robledondo y Santa María de la Alameda, donde arranca esta senda, hay habilitado un aparcamiento con área recreativa, “Puente del río Aceña», que nos ofrece la posibilidad de hacer picnic, para otra ocasión será, junto al margen del río Aceña.
Nos adentramos en la senda que se inicia en el aparcamiento, para cruzar el puente sobre el arroyo Hornillos que nos da la bienvenida. El sendero nos adentra en un bosque de pinos y álamos, mientras, la luz de la mañana juega entre las ramas generando sombras y luces, dando al entorno ese encanto que tanto me gusta.

Me siento emboscada cuando realizo este tipo de rutas. Senderos que se pierden entre pinos, riachuelos que me acompañan con su sonido, pájaros que dan los buenos días a una mañana soleada de primavera y el silencio de la naturaleza, todo tiene su lugar en orden y desorden. Privilegiada por poder sumergirme en tanta belleza.
Atrapados por este bello bosque, vamos haciendo pequeñas paradas para observar, y sobre todo escuchar, el curso del arroyo Hornillos que nos hace de guía en nuestro deambular.
Paradas para oír el saltarín sonido del arroyo
Al llegar al segundo puente nace un sendero abarandillado ascendente, que nos lleva hasta la cascada del Hornillo, pero antes de llega entre la inmensidad de troncos de pinos se vislumbra la chorrera, encajada en ese marco natural.
Como en un cuadro te invita a su contemplación y disfrute, así que aceptando su invitación tomamos un pequeño camino que nos acerca hasta los pies de la chorrera, donde apreciar el torrente de caída de agua de 10 metros, para dejarnos seducir por su encanto.
Reemprendemos el sendero hasta alcanzar la parte superior de ella, desde donde se precipita el caudal del arroyo, con la sorpresa de otro pequeño salto de agua que se vierte en un remanso idóneo para un instante de abstracción contemplativa.
Allí se desfigura la ruta, solo hay que hacer una pequeña escalada, y digo pequeña, por las piedras que debemos sortear hasta retomar de nuevo el sendero junto al curso del arroyo.
Persiguiendo al arroyo Hornillos aguas arriba llegamos a un prado, y como niños pequeños aventureros cruzamos sobre unos troncos puestos en el lecho de su cauce. Y sin perder de vista el muro de piedra empezamos el ascenso hasta el mirador.
Mientras ascendíamos, parábamos a contemplar la belleza de las montañas y tomar un respiro que nuestros pulmones agradecían. Siempre el esfuerzo tiene recompensa, y es llegar hasta el mirador y contemplar la panorámica que se despliega ante nuestros ojos. La inmensidad de montes vestidos de ese verde que nos brinda la primavera.
Una vez regocijados por la vista panorámica del entorno, retomamos la bajada hasta alcanzar el fondo del valle, y seguir la ruta acompañados por el cauce del río Aceña.
En nuestra senda, veremos como la cabaña vacuna disfruta de las aguas del río Aceña y los pastos en las laderas graníticas. Finalizaremos en el puente de su mismo nombre y punto de partida.
RUTA: Circular
DIFICULTAD: Fácil
DISTANCIA: 4,58 Km.