Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas
Mariposa de Otoño – Pablo Neruda
Me encanta «otoñear», aunque sé que para algunos y algunas el otoño es tristón y aburrido con sus días grises y lluviosos. Amarillos, naranjas, rojos, marrones….visten los bosques y tapizan senderos que me encanta pisar, oír el crujir de las hojas bajo mis botas, o el caer de las hojas en el silencio del sendero. Un silencio especial que va preparando a la naturaleza al letargo del invierno.
Otoño del 2014. Todavía guardo en mi mente, la visita a este bosque de hadas y duendes, tanto que después del transcurrir del tiempo, me atrevo a recordar las sensaciones que se han anclado en mi alma viajera. Retomo mis archivos fotográficos para refrescar mis neuronas y emociones, y dar escritura e imagen a esta publicación.
En la Reserva Natural Valle de Iruelas, se encuentra un bosque de castaños que lleva el nombre del pueblo que lo alberga, es El Castañar de El Tiemblo. Un paraje precioso y que pude disfrutar sin exceso de semejantes, lo cual se agradece, sobre todo si amas la naturaleza y te agrada saborearla en silencio.
El lugar de inicio de esta ruta, que se puede realizar con pequeños, es el área recreativa de “El Regajo”. Una vez que cruzas el pequeño puente de madera, vas penetrando en un frondoso bosque de jóvenes robles, que acompañados de abedules, cerezos silvestres, avellanos…. nos dieron la bienvenida con su ropaje otoñal.
Área recreativa de El Regajo
Siguiendo el sendero se encuentra el refugio Majalavilla, unos de los seis refugios construidos en la montaña a mediados del siglo pasado, y utilizados para guarecerse muchos tembleños en sus temporadas en el monte como ganaderos y agricultores.

El bosque me sigue sorprendiendo, cuando ante mí surge el monumental castaño centenario llamado El Abuelo, que con sus más de 500 años de edad y su gran tronco hueco, es capaz de dar cobijo a un rebaño de cabras. Seguro que nos contaría muchas historias vividas en tantos siglos.
Esta no sería la única sorpresa del día, en el camino me encontraría con otros castaños centenarios, y castaños que con su viejo tronco central ya muerto, surgen a su alrededor rebrotes que dan continuidad a su sabia, haciendo que el bosque siga con su proceso vital.

Sigo sorprendiéndome al llegar a la pradera de la Garganta de la Yedra, un paraje ensoñador donde sus laderas se llenan de pinares, castaños, robles, acebos…. pintados en colores que solo el otoño puede crear.
Observaba con detenimiento lo que ante mis ojos contemplaba, desde el inicio de la ruta y que no deje de observar hasta su final. Un bonito día de otoño en un bosque de ensueño.
Castaños con sus formas Vista de la Reserva Natural del Valle de Iruelas Valdría de refugio La inmensidad de sus troncos El viejo tronco central muerto, dando vida a múltiples rebrotes que surgen rodeándolo.
RUTA: Circular
DIFICULTAD: Baja
DISTANCIA: 8 kms. aprox.