Septiembre nos invita, después del periodo estival, al reencuentro. Ese reencuentro con nuestra cotidianidad, el volver a las rutinas, horarios…….. Pero, también tiene algo que nos gusta y divierte, “la vuelta al cole”, en nuestro caso la vuelta a los caminos. Después del parón del verano, llega esa ruta donde la principal motivación es el reencuentro con los amigos, para retomar nuestro deambular por senderos y caminos.
Arrancamos el «año escolar» con una ruta fácil y con exceso de calor a pesar de ser los últimos días del verano. Parece que en los últimos años está siendo lo habitual, será el cambio climático o el «veranillo de San Miguel».
Está ruta discurre por las tierras de la Sierra de Ayllón, tierras de pequeños pueblos de arquitectura sencilla, que se maquillan de rojo y negro. Rojo por sus tierras arcillosas y negros por sus piedras pizarrosas. El río Aguisejo discurre por un estrecho y profundo valle entre dos cerros, fertilizando una pequeña vega. En un ambiente sereno y pintoresco discurren sus aguas para desembocar en el río Riaza camino del río Duero.
Iniciaremos está ruta en Santibañez de Ayllón (Segovia), localidad enclavada entre dos cerros y atravesada por el río Aguisejo, y deambularemos hasta llegar a Grado del Pico, volviendo a nuestro punto de partida.
Partiendo desde la iglesia de San Juan Bautista (siglo XVII), seguiremos el camino que lleva al campo santo, para discurrir de frente por el sendero.
Durante el este primer tramo, pude contemplar con asombro los peñascos negros de pizarras retorcidas, que contrastaban con los campos agostados del final del verano.
Mientras a mi derecha resaltaba el verdear de las huertas que surgen en el margen del río, nogales, ciruelos, manzanos…..
Siguiendo la senda mis oídos perciben el bullicioso caer del agua, el río se convierte en una cascada que vierte sus caudal en una finca privada, que tuvo su historia por ser un hacendoso molino.
Tras el gozo para el alma ante la contemplación del caer del agua, seguiremos la senda hasta el final y atravesaremos la carretera en dirección al puente de San Miguel. A unos 50 metros en dirección sur, tomaremos el camino de tierra que sale a nuestra izquierda.
En este tramo del sendero discurre por un barranco de formaciones geológicas de interés. El camino se interna por una masa forestal de pinos repoblados, también se dan encinares, robles y hayedos. Hay un desvío que desciende al molino del cubo, desvío que no tomaremos, siguiendo la pista principal.
Mis botas siguen el sendero, que en ocasiones debe cruzar el curso del río, una por un tablón de madera y otra por cuatro piedras que hace la función de puente entre una orilla y otra. Aprovecho esta circunstancia para permitir a mis oídos, escuchar el discurrir del agua y algún pajarito que me brindó su cántico.
Llegamos al pueblo de Grado del Pico, con la sorpresa de poder disfrutar, dado el calor, de una refrescante cerveza o lo que buenamente quiso cada uno beber para saciar la sed y amortiguar el calor.
Desde ese punto parte “la senda de los caracoles”, llamada así por encontrarse al final un hotel-spa del mismo nombre y donde se encuentra el manadero del río Aguisejo. El río nace entre un bloque de calizas, en cuyo interior recorre pequeños arroyos que brotan al exterior formando el manadero y dando vida al río. No debemos olvidar, su iglesia del siglo XII, joya del románico que merece ser visitada.
Desde Grado de Pico retornamos al punto de partida, no sí antes dar cuenta de nuestras viandas, en una pequeña explanada atravesada por el río, donde descansamos y refrescamos nuestros pies.
Nuestro regreso fue sosegado, dado que disfrutamos recolectando moras silvestres que nos brindaba el camino, las cuales nos sirvieron como postre muy especial.
DATOS DE LA RUTA:
RUTA: Lineal (ida y vuelta)
DIFICULTAD: Baja
DISTANCIA: 17 kms.
La historia cuenta……
HISTORIA EN GRADO DEL PICO
En la mañana del 21 de marzo de 1812, 4050 hombres de caballería francesa cercaban el pueblo aprisionado al vicepresidente (Pedro Gordo, párroco del cercano Santibáñez de Ayllón y natural de Cantalojas) y dos vocales de la Junta Superior de la Provincia de Burgos (José Ortiz Covarrubias, Eulogio José Muro y José Navas), al intendente, empleados y militares de escolta, apoderándose también de documentos y fondos; otros Vocales lograron escapar. Estos fueron llevados a Soria donde fueron arcabuceados y colgados de los árboles (19 de abril).
Fuente: Wikipedia



Seguimos el discurrir del río

