Hay rutas que no se olvidan y esta ha sido una de ellas, la visita al Parque Natural de Urbasa-Andia. Prometía ser algo muy especial y no defraudó mis expectativas. Me gusta el senderismo, pero cuando la ruta se adentra en bosques mágicos, que invaden el entorno de verde con su follaje, donde el sonido de las cascadas de un río cristalino entra en mis oídos y sus aguas de color turquesa, se reflejan en las pupilas de mis ojos, tengo la sensación de ser la persona más dichosa de la tierra. ¿Os pasa a vosotros?
Urbasa es un macizo calcáreo, en él los procesos kársticos han dado lugar a dolinas, poljés, lapiaces, etc. e importantes oquedades subterráneas, donde se filtra la mayor parte del agua superficial, que posteriormente aflora, como el nacedero del río Urederra. El manantial nace a 630 mts. de altura en la pared del cortado del macizo, cuya altura total es de 900 mts. Urederra significa agua hermosa en euskera. Precioso nombre para un río.
Lo primero que debéis conocer, es que para acceder al Nacedero del Urederra hay que solicitar, con bastante tiempo y dependiendo de la temporada, la reserva de entradas a través de la web: Reserva de entradas Su aforo diario es de 450 personas, protegiendo de esta forma el ecosistema del entorno y el cual vamos a visitar.
Arrancamos desde el aparcamiento de la población de Baquedano, situado en el valle de Las Améscoas donde recogeremos las entradas para empezar la ruta o mejor dicho las rutas, dado que hicimos dos: subida al Balcón de Pilatos y visita al Nacedero del río Urederra. Seguiremos las señales que atraviesa Baquedano, deteniéndonos a contemplar su arquitectura: Iglesia de San Juan Bautista, (la portada se construyó hacia el año 1.200 y es de estilo cisterciense. La torre y campanario está fechada en el S.XVII), el lavadero y la fuente de la plaza, con su fresquísima agua de la cual pudimos abastecernos para rellenar nuestras botellas. Continuaremos hasta llegar a un cruce, en una zona de descanso, donde nacen las dos rutas que vamos a realizar. Tomaremos el sedero de la derecha que nos lleva hasta el Balcón de Pilatos.
La mañana se nos tornó nublada, acechando sobre nuestras cabezas nubes que al final decidieron dejar caer su lluvia en nuestro camino de ascensión al Balcón de Pilatos. Según ascendíamos por el sendero, rodeado de frondosos bosques de hayas, robles y encinas, paraba para contemplar como la aldea se iban quedando a mis espaldas, siendo cada vez más pequeñita y dándome la opción de observar cómo iba tomando forma el valle y cómo se agrandaba el macizo de Urbasa en nuestra ascensión.
Cuando llegamos a la plataforma del macizo, el paisaje se había cubierto por una capa blanca de nubes que haría todavía más misterioso el valle, esta situación climatologíca, nos impidió bordear por el sendero el mirador del Balcón de Pilatos, donde seguramente hubiésemos disfrutado ante la contemplación del valle y los sonidos del agua del Nacedero del Urederra que ascienden por el acantilado rocoso hasta el balcón. En otra ocasión será posible.
Como era de esperar, la lluvia hizo acto de presencia y nos acompañó en nuestra bajada de regreso a Baquedano. El descenso lo realizamos por el camino del Puerto Viejo de Baquedano. El sendero desciende por la ladera del macizo hasta llegar al cruce del que partimos. Dada la pendiente, estrechez y pedregosidad del sendero en alguno de sus tramos, unido a la fina lluvia, hacía que la bajada necesitase de todos mis sentidos, para evitar un posible resbalón. A pesar de esta situación no podía evitar contemplar el sendero, que atravesaba un hermoso hayedo, y que según descendíamos se convertía en un bosque de encinas y quejigos, donde las gotas de lluvia adornaban sus bellas ramas pareciendo preciosas lámparas de cristal.
Llegamos a nuestro punto de partida, donde decidimos hacer un alto para poder recuperarnos y aprovechar para ingerir esas típicas viandas que un senderista lleva en su mochila, un bocadillo acompañado de fruta. También de algún dulce, que gustosamente compartimos siempre con el resto de nuestros compañeros.
La fina lluvia había cesado y nos permitió descansar, saborear y charlar durante un rato, mientras los rayos de sol secaban nuestras capas y a nosotros. Las nubes marcharon en busca de otros paisajes y el astro rey se dejó ver, iluminando todo el entorno que unas horas antes se había cubierto con bruma de algodón. Era la tarde perfecta para realizar nuestra segunda ruta. El Nacedero del Urederra.
Con las fuerzas repuestas, iniciamos la visita en el mismo punto de partida anterior, pero esta vez lo realizaremos por el sendero que parte de la izquierda. Todo el camino está perfectamente acondicionado, para poder remontar el curso del río, lo que lo convierte en transitable para toda la familia. El sendero nos conduce por el cauce del río Urederra, aguas arriba. La espectacularidad de sus cascadas y pozas de aguas azul turquesa, rodeadas de bosques de hayas y robles hacen que no puedas resistir pasar tiempo contemplando esa explosión de color y sonido, haciendo que la ruta se alargue en el tiempo. El paisaje nos absorbe por su espectacularidad y magia, donde cuevas y oquedades dan refugio a algún animalito, en espera de la llegada del atardecer y disfrutar de su entorno en soledad.
En nuestro ascenso, el paisaje se va transformando a un cuento de hadas. Tramos donde las raíces de los arboles emergen de la tierra formando laberintos y ramas donde nos cobijan la madre naturaleza. Pasarelas de madera, que atraviesan el cauce. Con asombro vislumbramos la cascada del nacedero en su caída libre. Palabras para definir nuestra meta: GRANDIOSO!!!!
Volvemos por el mismo sendero, lo que nos da la posibilidad de disfrutar dos veces. Como se suele decir “me ha sabido a poco”, me hubiese perdido durante horas contemplando tan bellos parajes.
1er. recorrido: «BALCÓN DE PILATOS»
RUTA: Circular
DIFICULTAD: Media
DISTANCIA: 14 km.








2do. recorrido: «NACEDERO DEL URREDERA»
RUTA: Lineal (ida y vuelta)
DIFICULTAD: Baja
DISTANCIA: 6 km.





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