A través del cristal, veo el caer de la lluvia y un cielo gris que vaticina un fin de semana “pasado por agua”. Según avanzamos con destino a tierras Zamoranas, parece que las nubes van dejando entrever trocitos de cielo azul, pero esto no nos garantiza que decidan irse a otras tierras Castellanas. ¡Es lo que tiene la primavera!
Nuestro destino, la ciudad de Toro. Un fin de semana con nuestros amigos de la Asociación Enológica Cultural Club de Cata de Torrejón, para cumplir una de las máximas de la asociación, hacer enoturismo, “viajar a una zona vitivinícola para conocer desde dentro el mundo del vino: bodegas, viñedos, elaboración, historia… Combinando turismo rural, cultura, gastronomía y, sobre todo, vino”.
Así que debíamos cumplir con nuestra máxima, descubrir Toro, para disfrutar de su cultura, historia, gastronomía y como no podía faltar, de los caldos con denominación de origen que da esta tierra Castellana.
A nuestra llegada a Toro, y para empezar abrir el apetito gastronómico, como primera visita el museo del queso, Quesería Chillón, donde conocimos el proceso de elaboración y la historia familiar de los Chillón, desde sus orígenes como queseros en 1890. Al finalizar la visita al museo, nos esperaba una degustación de los quesos elaborados por la firma y regados con vino de la zona. Así que empezamos a poner los sentidos a trabajar, mientras entre comentarios y charleta, intercambiamos nuestras opiniones sobre el olor, textura y sabor de los quesos y embutidos degustados.
“Zamora tiene fama por sus quesos, siendo sus pilares la raza, el territorio, el manejo del ganado y la elaboración del producto. La combinación de las razas ovinas autóctonas, la churra y la castellana, da lugar a un queso con raíces hispanas”.
Después de haber preparado nuestros jugos gástricos para la siguiente visita, tocaba saborear otro de los productos inevitables si decides visitar Toro, el vino. Nos encaminamos a Bodegas Divina Proporción, para visitar sus bodegas. Siempre atentos a los comentarios de nuestro guía, sobre la constitución de la bodega y la elaboración de sus caldos. Tengo que deciros, que cuando visitamos alguna bodega me apasiona, cuando al finalizar la misma, terminas en la sala de barricas. Pasearse entre ellas, tocar su madera y ese olor que se insinúa, evocando recuerdos a tierra, musgo, madera, chocolate, vainilla……
“La uva despalillada se encuba en depósitos donde fermentará en presencia de los hollejos durante un tiempo que dependerá del tipo de vino a obtener. Dadas las excepcionales condiciones climatológicas que se prestan en la zona, la variedad Tinta de Toro madura temprano, esto da la oportunidad para que las bodegas elaboren además, vinos por el sistema de maceración carbónica (encubado de racimos enteros), obteniendo estos vinos fragantes, frescos y aromáticos”.
Como finalización a la visita, en la misma bodega nos esperaba una comida marinada con sus caldos, “24 Mozas” y “Madremía”, que os aconsejo no os perdáis de degustar. Manjares y caldos sobre nuestras mesas, teniendo como vista el perfil de la colegiata de Toro. Toda una fiesta para el paladar. Precio y calidad recomendable.
Nos quedaba otro elemento más para la perfecta combinación y cumplir con nuestra máxima, historia y cultura. Sobre la vega del Duero y en la comarca de Tierra de Campos se alza Toro, declarada Conjunto histórico-artístico. Preciosa ciudad que nos esperaba para mostrarnos su importancia histórica y artística a través de sus monumentos, calles y plazas.
Comenzó a construirse en el siglo XII, sobre un antiguo templo prerrománico. De estilo románico tardío y reflejo de la Catedral de Zamora. Pudimos descubrir su construcción en dos fases, siendo la última en el siglo XIII. Subir a su torre para contemplar Toro desde las alturas, deambular por sus naves alzando la mirada a sus bóvedas, contemplar durante largo tiempo La Puerta de la Majestad, conjunto escultórico de gran belleza y del exterior su cimborrio. Se hacen una visita obligada.
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Dado que la tarde finalizaba, decidimos pasear por su casco antiguo y seguir saboreando en algunas de sus tabernas, viandas y caldos. Para terminar disfrutando de la noche de Toro.
Con la luz de la mañana, seguimos nuestro recorrido cultural por sus calles, esta vez de la mano de una guía turística, que muy amablemente nos guió por sus calles para observar y apreciar su legado histórico a través de sus palacios, conventos, monasterios, rincones…….. Qué os resumo en fotografías.
Toro merece ser visitada con detenimiento y deleitarse con su patrimonio y gastronomía.
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