Arrancamos la temporada 2017 con mi grupo de senderismo. La ruta elegida, es la garganta o valle del río Moros, afluente del río Eresma. El valle está encajado en la Sierra del Quintanar, cordal de La Mujer Muerta, y enclavado en la Sierra de Guadarrama.
Partimos desde el aparcamiento del área recreativa de La Panera (Estación del Espinar), parando primero en San Rafael, para efectuada nuestra parada acostumbrada de tomar café. La temperatura O ºC (fresquito).
Había ganas de echar las botas a andar……. y pusimos todo nuestro empuje en ello. Iniciamos el recorrido con un cielo azul, que a media mañana se torno gris amenazando lluvia, pero que al final no hizo aparición, pudiendo disfrutar de las preciosas vistas que nos ofreció la ruta.
Una vez iniciado el camino, fuimos comprobando la fuerza del agua en el curso del río y haciéndose visibles las nevadas de los últimos días según ascendíamos, pudiendo gozar de un paisaje blanco y darnos el placer de “pisar nieve”.
En nuestro andar, nos deleitamos con las vistas del cordal de La Mujer Muerta: «La Pinareja (2197 m) es la cumbre que forma la cabeza, siguiendo la línea de cumbres llegamos al pecho, Peña del Oso (2196 m) sobre el que tiene sus manos, y la tercera cumbre que forman los pies, es el Pico de Pasapán (2005 m)».
Nuestra ruta termino en el punto de partida, donde disfrutamos de nuestro acostumbrado menú senderista, un buen bocadillo y sobre todo una buena compañía.
RUTA: Circular
DIFICULTAD: Fácil / media
DISTANCIA: 20 Kilometros
UNA DE LAS LEYENDAS…. SOBRE LA MUJER MUERTA
Cuenta que el perfil que dibuja la silueta de la montaña, es el de la esposa del jefe de una tribu que vivía en el cerro del Alcázar. Al morir el jefe, ella crió a dos hermosos niños gemelos que, con el tiempo, se enfrentaron por el liderazgo del pueblo. La madre, desesperada ante la posible lucha entre hermanos, ofreció a Dios su vida a cambio de la supervivencia de sus vástagos.
Cuando éstos iban a pelear, una ventisca seguida de una formidable nevada -en pleno verano- se lo impidió. Disipado el temporal, los hermanos comprobaron que una montaña, cubría lo que hasta entonces había sido llanura.
Dios había aceptado el sacrificio de la mujer, cubriendo su cuerpo con nieve. Se dice que dos pequeñas nubes se acercan al atardecer a la montaña: son los dos hijos que besan a su madre.








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